lunes, 7 de junio de 2010

El color de la muerte


Cuando leo los presagios
que se escriben en la espalda
de los cuervos descolgados
de las sombras.
Cuando las estrellas escondidas
de la noche.
Arrojan sus metáforas al vientre
temeroso de la tierra como un canto
descarnado.
Germina jadeando en la miseria
la ambición desmedida de la fuerza
disfrazada de esperanza.
.
¡No a la guerra....Si a la paz!
Es el lema que se escribe sin fronteras.

Y el paisaje se pinta con el miedo.
El siseo apocalíptico de la víbora
se aferra en las tinieblas
con los puños apretados
vibrando entre las fauces el filo
de la lengua bífurcada.
Se agita el mal como despojos
sedientos rugiendo en la violencia.
Pintan los muros las consignas rojas y azules.
El pan olvida la mirada sagrada del día.
Los ojos acerados de un monstruo de metal
se pasea por las calles apuntando
sin piedad a las siluetas mimetizadas
con el espanto.
Mientras las alas de un gigante
deja caer la respuesta del infierno.
Miles de vidas una tras otra caen
mutilándose en los sueños.
El aire se hace irrespirable.
Un río de sangre serpentea tiñendo
de púrpura con su paso a los dioses
que custodian los caminos.
Y un río de sangre, arropado de lamentos
se cierra en el grito desgarrado
de un nuevo amanecer.

"A la conciencia de aquellos poderosos
que juegan con la vida de millares de inocentes."



Margarita Parada Palma.
(D/R)

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