viernes, 20 de agosto de 2010

Epitafio


Y él era todo un canto a la vida.

Vivía encallado en el polvo que nacen los sueños.

Su piel agrietada leía los surcos que dejan las nubes,

la boca, pintaba su tiempo,

en un largo momento de paz y silencio.

Le gritaban....Ahí va el alas...

Cuando en vez de andar, rasgando la cara de la tierra

volaba cazando esperanzas.

De noche, tendía sus huesos mirando

danzar las estrellas,

tatuaba las puntas brillantes, brillar por su alma.

Un día de glorias lo encontraron dormido

con una sonrisa de eterna inocencia, mirando sin ver

como pasa la tarde.

Una ronda de luciérnagas cerraron sus ojos

y la noche enlutada lo envolvió con un beso...

Hoy, es una larga mirada que deja el invierno,

y un aleteo sutil de los pájaros libres.

Margarita Parada Palma

(D/R)

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