viernes, 26 de junio de 2009

Crepuscular


Ya, nada es igual.
Las flores, mudas compañeras,
cerraron sus corolas de arco iris,
duermen su esperanza.

Las horas,
musas de silentes, melodías,
artífices de sueños,
en ritmos cadenciosos
acunan mi silencio.

Afuera,
llueve.
Solloza la brisa muda,
imperturbable.

Ya nada es igual
amaneceres de luces zigzagueantes
tibieza, clara del otoño
en mi húmeda ventana,

Mas allá,
el grito, agónico de un grillo,
se ahoga,en la magia de su canto.

Nada es ya igual,
solo sombras, sonriendo,
solo sombras, insinuando.



Margarita Parada Palma



A CARLOS....UN NIÑO MUY BELLO



¡Ah Carlos!

Por el camino de luces,

sembrado de esperanzas,

tus pupilas,doradas, se abren al sol.
¡No temas! a la fragancia de las flores,

ni al azul del cielo,

que abraza tu cuerpo de niño dormido.

Aunque, una lágrima en la noche,
brille silenciosa
perdida en el ocaso,
y el sollozo de los mares, duela,
como una herida abierta,

en los que de alguna forma te quisimos.

Tú, ya no lo sientes.

Eres, la luz en la mañana ,

tibia de Agosto.

Eres el canto alegre de los pájaros
que a brisa,
suavemente...se llevó.



Carlos al momento de su muerte tenía
diéciseis años.


Margarita Parada Palma

miércoles, 24 de junio de 2009

La Lluvia... El parque...Y yo.


Camino...
y en el parque llueve,
descalza en la senda desnuda,
mi tristeza dejo caer
en raudales como la lluvia.
Se bañan las hojas dormidas.
arrasadas por el viento
de un oscuro atardecer.


Semblante gris
pintan los troncos
cansados de ver a la luna,
buscan caricias perdidas
en sus ramas abiertas en cruz.

Agua, lluvia
cielo y tierra
Sus voces susurran
clamando

Agua, lluvia
cielo y tierra,
descalza en la tierra desnuda
mis pasos me llevan al sol.

Camino...y en el parque llueve.


Margarita Parada Palma



domingo, 21 de junio de 2009

El Barco de Papel



"Dicen que los sueños de los niños son frágiles, que nacen en su mundo se alimentan
de esperanzas y un día, desaparecen en embarcaciones tan etéreas, como barcos de papel."....(M.P.)


Pablito, un niño de siete años como casi todos los niños de esa edad, comenzaba la rutina de cada día con la escuela, los juegos, la casa, el cuarto, el jardín. Bajo la atenta mirada algo obsesiva de la madre, que por ser hijo único mimaba demasiado.
Pablito tenía su mundo propio y era su cuarto, pintado de azul en el techo un brillante arco iris, haciendo juego con los muebles y la alfombra dónde retozaban apilados soldaditos de madera, títeres, pelotas y libros de cuento. El niño entraba y salía de su pequeño mundo, buscando, explorando nuevas aventuras, armando y desarmando pequeñas carrocerías de diminutos autos, lidiando con personajes imaginarios en interminables monólogos y cuando se cansaba, ordenaba sus estanterías y cajas, estiraba el cubrecamas de hermosas figuras plenetarias y salía a perseguir mariposas al fondo del jardín. Entre tanto, la nana Agustina a regañadientes hurgaba las entrañas del dormitorio sacando y guardando juguetes esparcidos por todos los rincones. ¡Pablito recoge tus juguetes! ¡Pablito mira como dejaste tu cama! Era la eterna letanía, que como cuentas de un rosario dejaba caer las palabras en los espacios llenos de luz y color. En la mañana pasaba el bus, que lo recogía muy temprano a pesar de vivir a pocas cuadras de la escuela, entre bostezos y reclamos aún semi dormido, terminaba por despertar arriba del vehículo platicando alegremente con sus amigos del recorrido. ¡Bah, que lata caminar! decía muy suelto de cuerpo. La familia la constituía, su madre viuda y la siempre fel Agustina, que a pesar de sus enojos lo amaba por sobre todas las cosas, ella lo había visto nacer y desde entonces celebraba entre risas y retos sus travesuras de niño felíz. Cerca de la casa en un caserón rodeado de cipreses vivía un niño de mas o menos su edad que a diario contemplaba el juego de los pájaros haciendo nido en los árboles frutales y el color resplandeciente de las flores,abriendo sus corolas a la caricia de las tibias mañanas. Era el pequeño Antonio, que postrado en una silla de ruedas, miraba a los niños pasar, mientras en su mente dibujaba pequeñas estrellas soles y lunas en armonías perfectas. Antonio a diferencia de Pablito,no iba a la escuela y no tenía mamá vivía modestamente con una hermana que se ausentaba largas horas dejándolo sumido en su soledad y su miseria. Muchas veces la curiosidad de Pablito, lo hacía detenerse y mirarlo entre inquisidor y extrañado, al verlo siempre ahí tan quieto y ante la muda mirada del niño inválido continuaba su camino préguntandose el porqué de esa imágen tan triste y solitaria perdida en el portal del caserón de los cipreses Mañana hablaré con él se decía......¿Tendrá miedo? ¿Tendrá hambre? y ese mañana nunca llegaba. Hasta que una tarde soleada de domingo Pablito sigiloso acercó sus pasos al caserón. ¿Hola? Me llamo Pablo ¿Y tú?.....hola soy Antonio. silencio entre ambos, largo, pausado escrútandose ávidamente. Pablito preguntó. ¿Estás solo? si ....siempre estoy. Espantado ante su impávida respuesta volvió a preguntar ¿Y tus juguetes? ¿No tienes juguetes? mira yo, voy a una escuela de por acá cerca decía puntando con el dedo hacia el horizonte. La sonrisa triste del niño postrado se iba desdibujando lentamente de su pálido rostro. Yo ...no puedo caminar... ¿Te duelen las piernas? preguntaba ansioso Pablito Si me duelen, pero no importa a veces no las siento. Mira yo vivo cerca de aquí, cuando pueda vengo a verte...¿Quieres que venga? Si, quiero. Y en sus ojos castaños rodeados de largas y sedosas pestañas, salió el sol con resplandor de primavera. Pablito regresó silencioso a su hogar. Un niño solo, sin amigos, solo, solo. Le llevaré mi camión amarillo con barandas de madera roja pensaba. Ya en el interior de su hogar cálido con aroma de guisos y verduras recién preparados el grito de siempre, resonando en el ambiente plagado de quietud. ¡Tu merienda está servida! Esta vez Pablito no escuchó corrió raudo a su cuarto y buscó el camión mas grande el amarillo con barandas de madera roja y escabulléndose por la puerta trasera corrió a la casa de su nuevo amigo que como siempre esperaba en el portal. Con un suspiro de satifacción llegó hasta él ¡Mira acá te traigo este camión! es muy bonito...¡Oh gracias, que bello! nunca había tenido un juguete así tan hermoso... y sacando de los rincones de su raída chaqueta un barco recién plegado en hojas de papel azul se lo entregó a Pablito que lo miraba expectante. Yo no tengo nada que regalar, pero este lo hize con mucho cariño para ti. susurró apenas con la emoción saltando en sus pupilas doradas. Y Pablito sintió un nudo estremeciendo su garganta, su corazón y su cuerpo entero. Comprendió de súbito, lo injusta que era la vida, lo hermético que era su mundo. Comprendió que mas allá de sus propias fronteras, habían otras muy diferentes cerradas, tristes, solitarias. El mundo del pequeño Antonio. Cogió con emoción el barco de papel, sollozando su alma. Apretó el obsequio de su amigo al pecho desbordado por la angustia y corrió nuevamente sin aliento hasta su casa, tratando de retener su infancia, que a pedacitos escapaba lenta navegando en ese barco de papel azul.



Margarita Parada Palma

sábado, 20 de junio de 2009

El tiempo, ese gran escultor (Margarite Yourcenar)



"Nadie posee a nadie (nisiquiera los que pecan llegan a conseguirlo), y al ser el arte la única posesión verdadera, es menos gratificante apoderarse de un ser que recrearlo.
Sólo se posee eternamente a los amigos de quienes nos hemos separado."


Margarite Yourcenar (su libro, "El tiempo, ese gran escultor")

Las Palabras

Las palabras son como hojas
No saben cuando están fuera de lo real,
Por ejemplo la palabra silencio,
Comienza por un "s" y quiere decir otoño,
Es la menos mortal.
Otras
A veces atraviesan las hojas de la noche
Y ponen su oído en el mar
Que se escribe con tres letras
Como
Tres escalones
Sagrados
Esta quiere decir eternidad
Purísima alegria.



Poema de: Maria Azenha (Blog Bosque Azul: http://coracaoazul-mariah.blogspot.com/)

viernes, 19 de junio de 2009

Para Braulio



Cuanto hace
que el sol limpió,
con su abanico de colores,
la corteza de los árboles,
recogiendo la tibieza de la savia
en los eucaliptos de sal,
y caracolas marinas.

Cuanto hace
Que las olas, impacientes,
acunaron en su lecho
tu barca de ilusiones,
en una ronda infinita,
de nubes y gaviotas.

Cuanto hace
que tus manos,
ruiseñores del silencio,
encontraron su nido
en mis manos,
soñadoras de la luna,
las flores y del río moreno.

Cuanto hace,
ya que los números volaron
como puntos de palomas,
hacia el olvido.

El contorno de una hoja,
con su verde aún vibrando,
me recuerda a tus pupilas
y el parloteo de los pájaros,
la alegría de Renoir
y las frases que buscaron
el orígen del hombre,
una mañana quieta,
hace ya mucho.

Talvéz
el diágrama del tiempo,
nutrió la infancia de la escuela,
el parque,
y los puentes.

Hoy renace,
en un invierno sin horas,
camina
la misma noche,
con sus ojos encendidos,
Comprende
nuestros caminos distintos.

Es, solo un momento,
Tú, yo, aquí,
Aún.

AUSENCIA



El dolor de la muerte física, está siempre presente en cada uno, cómo la vives, cómo la superas, como cada día va apareciendo y a la vez transformándose en un recuerdo, presente.

A MI QUERIDA MADRE , QUE UN DIA DE SEPTIEMBRE , LOGRO DETENER, EL TIEMPO.


Mamá,

No sé si hoy mi llanto desgarrado
conmueva a las estrellas,

buscando una respuesta que no llega,
que ya no llegará,

y el dibujo de tu cuerpo,
madre mía,

emerge de la tarde,
meláncolica,
sin olor a ruidos,
silenciosamente, triste.

¿Dónde están nuestros proyectos,

nuestras ilusiones
nuestras metas,
nuestros recuerdos?

Mamá, ¿En que barco,
traspasaron la barrera de los sueños,
y del tiempo?.

En cada rostro,

creo ver tu mirada eternecida,

En cada hebra de plata,

la suavidad de tus cabellos,
y tus manos, grandes, abiertas,
generosas en caricias,
recorriendo mi cansancio.


Mamá, mamita,
donde mirar,
sin verte, dolorosamente ausente,
sollozando mi alma por tu ausencia,
brutalmente lejos de mi,
y de mi vida.

Yo aún te busco en las sombras escondidas,
en la sonrisa blanca
de un espino,
en las cuentas del rosario,

y en las flores dormidas.


Yo, aún te busco,

sin querer reconocer que ya te has ido.

Es que el tiempo del encuentro,
está llegando.
Y yo estoy sola, mamá,

muy sola !

esperando.



Margarita Parada Palma



Si alguna vez,

el oscilante vuelo de un ave

hace vibrar tu ventana
,
¡No te asustes!
es mi canto,

que hizo un descanso
en su viaje,
para besar a tu alma.


Margarita Parada

jueves, 18 de junio de 2009

La muñeca de trapo


Una mañana calurosa cuando el ambiente sofoca, la humedad adhiere la tela delgada del vestido a la piel sudorosa, que ni los ventiladores encendidos logran aplacar. Me encaminé lenta, respirando con dificultad el aire caliente, que anunciaba el verano. A la casa de la de la abuela, a pocos metros de mi casa, situada en una esquina rodeada de rejas verdes y dónde las enredaderas trepan por los muros, olvidando el color inicial de las paredes de la fachada. Allí, ya en su interior espacioso y antiguo, lleno de polvo en suspención, que indiferente va cubriendo estanterías, espejos y muebles tapados con gruesas telas, empezé mi recorrido de siempre. La entrada por el zaguan, luego el living los cuatro dormitorios y avanzando por un sombrío pasillo, una escala que lleva a un altillo cerrado con un candado. Muchas veces, por la prisa o el desgano, volvía mis pasos y lo dejaba para después, esta vez decidida abriendo la pesada puerta de roble, entré. Me he preguntado muchas veces por el destino de esta casa muda, testigo de su historia y otras generaciones también pasadas, hoy en mi poder, dejada en herencia y la cual visito rutinariamente para comprobar que todo sigue en orden. La casa de la abuela con su perfume de antaño aún vibrando, el aire aprisiona múltiples vivencias dónde los retratos colgados, en las desteñidas paredes de papel floreado, parecen mirar con ojos inquisidores, mis tímidos pasos atemorizados que avanzan presurosos en un ambiente cargado de soledad. Contemplo los pesados cortinajes murmurando su letanía con sus propios pliegues y melancólicas telas de araña, balancean sus hilos de plata por los húmedos rincones. Avanzo rápida para inventariar algunos muebles que apilados desde sus rincones duermen su letargo eterno, por ahí, semi oculto por cajas de cartón y artefactos rotos, aparece un viejo baúl de caoba con las visagras mohosas, apenas cerrado ya que con tantas cosas a medio salir de su interior, le impiden cerrarse completamente dejando un halo de luz en su cavidad. Escarbando su numeroso contenido de recuerdos que dormitan con el tiempo y entre trajes de seda encajes, sombreros, bolsitas con naftalina, llego al fondo sintiendo aferrándose a mis manos un cuerpo de muñeca...una muñeca de trapo, que cautiva en su interior luchaba por salir a la superficie. La mirada de sus ojos redondos, claros se posan en los míos, al verla sucia desgreñada, con un zapato menos y en el desorden de sus bucles de oro, una cinta a medio amarrar, ahí, mi corazón detuvo el tiempo.
La Pepa...mi muñeca primera, la ilusión de mis cinco años en las manos de mi abuela, primorosa ella, con su vestido rosado y las cintas que colgaban graciosamente de su cabello en el ruedo de su vestido de percal. Muda compañera de tantas historias compartidas, la que aceptaba en silencio mis arrebatos de mal genio y en mis noches ya de adolescente, fiel testigo de mi llanto sofocad, apretada a mi almohada, confidente de mis desencuentros amorosos. O, cuando en las tardes frías de invierno, su cuerpo suave de trapo se acurrucaba junto al mío en un tierno abrazo compartido. Ahora después de tantos años, su mirada complice parece decirme "Si soy yo...estoy aquí....te estaba esperando...". La pepa, sin ser hermosa, era la mas bella, pasó largo tiempo ocupando un sitial preferencial en mi dormitorio, con los años fué desplazándose a otros lugares mas ocultos, sobre todo cuando mis amigas con sus chácharas juveniles, llenaban de risas mi cuarto. La pepa que en el día previo, a mi matrimonio, se insinuó suplicante entre las cosas que preparaba para llevar en mi maleta, que en un acto inexplicable de soberbia, sentí el impulso de tirarla a la basura como un patético deshecho, algo detuvo mi mano y quedóse quieta y perdida en el olvido. Pasaron los años con la premura que tiene el tiempo en los ojos y en la risa, que finamente también, terminan por correr veloces. Nunca mas la ví, olvidé su existencia que nutrió tantas horas de mi vida. Hasta hoy, en el baúl de la abuela, lentamente y acunándola en mis brazos, murmuré una callada súplica de perdón por mis desmanes, por el olvido y el desamor. Y entonces en sus ojitos dibujados de azul profundo, brilló la luna y una sonrisa de gratitud cansada, bailó en su boca en una mágica constelación de estrellas.



Cuento de: Margarita Parada Palma

miércoles, 17 de junio de 2009


Los árboles de mi jardin, se han ido cubriendo de oro y un viento de penumbras se coló por mi ventana.





Margarita Parada

Rosas deshojadas,

aroma desprendido,

en sutilezas y recuerdos

de la vorágine de mis sueños.



Margarita Parada



Pasaba... y sentí la esperanza de las hojas,

en el suspiro de la tarde...

y el susurro del otoño cantó tu nombre,

en la pupila de los troncos cansados.


Margarita Parada

A MIS AMIGOS, TODOS TRIPULANTES DE MIS SUEÑOS, EMPRENDAMOS UN VUELO HACIA DONDE LAS LETRAS SE CONJUGAN CON EL INFINITO, EN UNA SINFONIA DE LUCES.

Margarita Parada Palma.

martes, 16 de junio de 2009

Brian Eno "Always Returning"

Y ahí están, eternos frágiles.
Bañados por las notas musicales,
que despiertan su letargo,
manifestándose en toda su escencia silenciosa.

Despedida


Evoco los tortuosos recodos
de tus manos,
hiriendo sigilosos dibujos
en mi vientre,
evoco tu sonrisa
plagada de misterios
y en la noche fría,
un hálito de muerte.

¿Cómo? no recordar,
tus besos
de triste despedida
en la cansada grieta
de mi cansada frente.

¿Cómo? no recordar tu cuerpo
de caminar cansino
en la historia que nace,
y en la historia que muere.

Tú, guardas mis secretos,
conoces mis silencios,
te hablan en caricias
perdidas de tu mente.

Evoco tus palabras
sinuosas por mis sueños
que buscan las estrellas
vibrando peregrinas.

Mas allá un reloj...
cansado marca su tiempo,
en una inevitable
y triste despedida,

Mas allá de mis manos,
mas allá de mi vida,
un grito sofocado
te deja ir, libre....
te deja...ir libre.


Margarita Parada.

domingo, 14 de junio de 2009


Me uno al clamor de tu canto,

más allá de las fronteras

dónde en una noche estrellada

se une la luna con el sol,

en un coloquio perfecto.




Margarita Parada Palma

"Claro de Luna" - Ludwig Van Beethoven




Mas allá de las estrellas,

dónde mis sueños se deshacen en pedacitos

de fantásticos colores.

Allí es donde construiré mi nido,

esperando tu llegada.


Margarita Parada Palma

Margarita, flor de atalaya.


Margarita que te deshojas en cada verso,
Del blanco azucena,
Búsqueda que no se marchita.

Atalaya luminosa,
Corazón inquieto,
Mente alerta.

Cuando modificas tu casa,
Cuida de no esconder tus versos,
Que tienen aroma a viento,
Flores dormidas
Y lágrimas calladas.

Ánclate al cielo y al mar esmeralda,
Mirando siempre
La espuma dorada
del verde tierra.


Luis Enrique Gil-Fortoul


El frio de la tarde,

no traspasa la cálidez

de tanta palabra cautiva

en el espacio de mis manos.

Margarita Parada

Cerezos en Primavera.

Cuando florece el cerezo,
bello, suave en esperanzas

aún no siendo primavera.
Veo su prisa venir,

en capullos blancos de seda y al viento,
como banderas
oscila un canto de amor.

Cuando florece el cerezo

se hace un alto en tu viaje,
quimeras perdidas en los sueños,
de un errante trovador.

Entonces,
florece el cerezo
presencia
ausente
que canta.

Arriba, tu barca
un día,
a mi caleta dorada.

La mañana se tiñe de rosa,

y en la brisa perfumada,
florece el cerezo, en mis ojos

y en mi húmeda ventana.
remembranzas,
letanías
se perfilan con el sol.


Margarita Parada Palma

Bailan cadenciosas las palabras, en una mágica ronda de versos que iluminan mi silencio nocturno.



Margarita Palma

sábado, 13 de junio de 2009

Floración de los cerezos en Japón





A veces el cansancio toca tímido a mi puerta y yo le digo, hoy no, aún puedo sentir mi acelerado corazón.

Margarita Parada

viernes, 12 de junio de 2009

INTIMO


Si yo pudiera,
Estaría en tus ojos
recorriendo distancias
que se mueven sin rumbo
en mi casa vacía.

Si yo pudiera,
estaría en tus manos
forjadoras de vida
recorriendo silencios
en mi cama vacía.

Si yo pudiera,
tejería en el cielo
una ronda de luces
y en cascadas
volcarlas
a mi noche desnuda.

¡¡¡¡Cómo pasa la vida!!!!
Y si yo pudiera,
caminar por tu senda
de silentes quimeras,
aprisionar las horas,
detener el tiempo
y mirarme en tus ojos
bañados de luna.

Si yo pudiera,
con las horas de antaño,
volvería a tu barca
de ilusiones maduras,
volvería a tu boca
mariposa de ensueños,
en la paz de la tarde,
en la noche estrellada.

Si yo pudiera.
Si yo pudiera.

De: Margarita Parada

Susurros en el Espejo.


Yo, que escribo estos versos,
sin retorno, con sabor a tiempo, con sabor a mi,
Te ofrezco, mi simpleza en un vuelo sin final,
A tu descanso muy cansado.
Pétalos marchitos que dejó el humanismo
y la máquina sonriente en un trono
de manos veloces.

No quiero pensar,
solo estar dormida.
Un diamante de luna,
dibujar con mis manos
Y enlazarme a tu curerpo en un beso de espuma.
Atrás la cruz del sur,
las casitas insinuantes de la orilla,
serpentean aún en el camino,
nuevas primaveras,
focos amarillos, metal rojo,

Noche eterna.
Estás ahí , suave distante, talvez triste.
No importa, parece ser un sueño, muy cansado
Y hoy, no quiero pensar
Solo estar dormida.

De: Margarita Parada

El Almacén de Don Vitto (por: Margarita Parada)


Recorriendo los parajes de mi infancia, un pequeño y luminoso escenario, inundó de luz, mis recuerdos.
Don Vitto, un italiano de mediana edad, que huía de la guerra, vestía un gastado traje pegado a la piel soportando quizás cuantas travesías, y una pequeña maleta de cartón piedra, con los ahorros de su vida.
Se estableció en nuestro país, deteniendo su peregrinar en el barrio de ese entonces, allí conoció
a una tímida y silenciosa jóven que le ayudó con el idioma y sus confesiones de hombre solo.
Fué así como cimentó su hogar y el inicio del almacén, dónde se conjugaban, sabores y olores mezclas agridulces que inundaban el ambiente, en un respirar sin quejas.
Allí habitaban en armonía, coloridos frascos de vidrio repletos de golosinas, jabones perfumados envueltos en papel de seda, mas allá figuritas de porcelana jugueteaban en diminutos espacios en una pequeña caja de madera.
El almacén tenía su encanto, era la cita obligada del gentío bullicioso que buscaba y traía noticias del momento Y él , don Vitto, hombre alto, algo enjuto, casi calvo sonreía alegremente respondiendo con expresiones típicas y pintorescas en una verborrea interminable dichos nuestros y de su patria natal.
¡Un encanto dn Vitto!
Pero no todo brillaba en su cielo despejado. Su mujer al no tener hijos, lo abandonó y esa tristeza lo acompañó siempre, pero el amor por los niños, humanizaba sus facciones y se sentaba largas horas en el umbral de su puerta cuando el tiempo se lo permitía a contar aventuras y tiernas historias.
Allí, nosotros, con los ojos agrandados por el asombro éramos los protagonistas de hermosas doncellas que esperaban la llegada de valientes caballeros cabalgando en béllisimos corceles
Así transcurría la vida de don Vitto....
Bon jorno signorina !
era, junto a su sonrisa, la frase inicial de cada mañana.
Entonces abría la pesada puerta de su almacén abarrotado de mercadería dónde convivían los olores mezclados de verduras,legumbres y confites...
Dónde se mecían colgadas melancólicas longanizas y trenzas de ajo, en canastas las papas, cebollas paltas, mas allá dormían en cajones alineados, el arroz,los fideos y el azucar morena y finalmente cerca del mesón de rústica madera, cajtas primorosas contenían cintas hilos de bordar, targetitas de bautizo.
aprisionando en nuestros ojos, la curiosidad infantil.
Así el almacén crecía en esperanzas, aprisionando nuestra niñéz y adolescencia.
¡Don Vitto!
Cuantos años han pasado !. La curva del tiempo siempre ascendente marcó la curvatura de su espalda y su sonrisa salpicada de blanco y oro fué cerrando su ventana, ante las heladas tardes de invierno.
Muchas lunas pasaron, muchos soles brillaron en las polvorientas calles lejanas, la imágen de don Vitto creció y murió con mi infancia.
Una mañana cualquiera apareció un pequeño y misterioso cartel con diminutas y escuetas palabras.

"CERRADO POR DUELO"


Y un millón de recuerdos volaron con la brisa de esa tarde de primavera.

Todas las horas, encantadas, jugaron su fantasía en el aire humedecido de emociones
Toda la magia de su escencia creció en una imágen, gigante hasta agotar en llanto de infinita tristeza.
Yo aún recuerdo, sus ojillos azules penetrantes, llenos de chispa emotiva cuando miraba el horizonte ....como tratando de unirlo a su tierra lejana. Y la paz de sus manos grandes expresivas, sumergidas en interminables bolsillos por donde apretujados amenazaban por escapar los lápices y caramelos para delicia de quienes compartíamos sus momentos risueños.
Hoy renace, en mi memoria, su tremenda capacidad de amor,mas allá de la frontera de su propia vida que un día estalló en pedacitos como un legado de amor en nuestros corazones.
Hoy don Vitto...Lo saludo con la alegría y la nostalgia pegada en mi piel.
Para ud. mil estrellas, el sol y la luna. Mas allá de la tristeza que evoca su recuerdo en una tarde como hoy, mas allá del infinito
se materializa el personaje que aún sonríe.....
y juega con los niños, en el pequeño almacen de mi barrio.


El almacén de don Vitto.