viernes, 4 de junio de 2010

Tarde en el ruedo


La tarde parece despertar
de una larga sinfonía de colores
como una bandada llena de pájaros
inquietos tapizando hasta el horizonte
el cielo lleno de promesas.

Un círculo perfecto reluce en el ruedo
aires de fiestas perfumes mezclados
parecen convivir desde tempranas horas.
El sol se sienta en las pestañas
de los que esperan ansiosos el espectáculo.

Agoniza el último toro,
él , desde siempre un enamorado de la luna
lucha hoy, con toda su voluminosa carga
ante el enjuto ser, que voltea la capa y la espada.
Su instinto de guerrero soporta bestiales dolores
un arpón acerado remueve sus carnes abiertas
como suspiros en los capullos de las rosas.
Lo invade el miedo,torpe,ingenuo,desesp
erado
embiste la mancha que acosa su cansancio
el vértigo de los segundos libera una tragedia inminente.

¿Que mano inexplicable amenaza con su vida
ante la mirada implorante del que busca una respuesta?

El color de la sangre se rompe en las arterias
y en los huesos provocando certeras hemorragias
empañando cataratas de piedad en sus ojos casi ciegos.
Las seis banderillas enhiestas flamean apuntando las heridas
que se agrietan serpenteando como ríos sin destinos
escurriendose por la piel martirizada.

Canta el aire una canción de cuna.

Las manos y los gritos
se alzan al viento como banderas culpables.
Lucha y sigue luchando agonizante y gimiendo
es la vida que se escapa.
La espada penetra alcanzando a sus pulmones
que lo ahoga en su propia sangre.
Aún así, sus ojos en penumbras
ya vencidos, se cierran al sudor de unas lágrimas rebeldes
que buscan en su angustiado corazón, ser un sueño libre.
Y la victoria de su vuelo,
rompe al fin en pedazos,lo que queda de la tarde.



Margarita Parada Palma.
(D/R)

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