jueves, 17 de septiembre de 2009

El poeta (cuento)


Una silueta algo inclinada parece oscilar con el baile de una débil
luz que emana de la lámpara de carburo centrada en el cuarto
es la de un hombre jóven, desgarbada y flaca sobre un tosco escritorio dónde
reposa alborotada, una máquina de escribir, interrumpiendo el silencio de la noche con
su ruidoso teclear al son de las palabras que el poeta ensimismado va trazando
en un papel amarillento.
¿De dónde viene?....¿Cómo se llama?...nadie lo sabe.
Sólo que un día apareció por el camino, dónde en un punto lejano, la tierra se une
al azul del cielo siempre despejado, así con su paso tranquilo, recortó su esbelta
figura en el horizonte.Vestía un poncho negro que arrastrba mas allá de las rodillas
y un sombrero alón en el mismo tono. Así se hizo presente, en el paisaje matutino
de ese pueblo perdido,de una perdida geografía.
Desde entonces lo llamaron el poeta, entre sus escasas pertenencias figuraba la
máquina de escribir, noble artefacto gastado por el uso, pero, también, la única
capaz de arrancarle una sonrisa en su demacrado rostro, cuando recorría suavemente
con sus dedos las deslucidas teclas,cavilado quizas en que parajes de su memoria
la historia de su vida.
El pueblito era bastante pintoresco, dormitaban numerosos cerros matizando con sus
ocres, verdes y amarillos resplandores sin regaños con el cielo siempre claro
y los árboles frutales riendo su abundancia de peras, higos, manzanas a la espera
de las manos recolectoras uniéndose a ellos el ruido de los pájaros, el ladrido de los
perros que en una sinfonía llena de contrastes rompían el monótono hastío puebleril.
Y cuando llegaba la noche con sus escasos habitantes sumidos en el sueño la figura
del poeta revivía en diálogos directos con la luna que risueña le miraba a través de
los cristales rotos y desteñidas cortinas de lona verde.

Y el poeta vive...sueña y muere en versos.
Melancólicos y desesperados lamentos de soledad.
No se le conocían compañeros...hablaba lo necesario,desde su humildad agradeciendo
la comida que bondadosas vecinas le acarreaban entre tímidas y curiosas, con los
chiquillos asustados, aferrados a las polleras.
El poeta le canta a la luna.....decían,
No, vive mas allá de las estrellas agregaban otros.....
él, escuchaba y en su alma, furtivas lágrimas contenidas
afloraban silenciosas...
y cerrando las páginas de un libro mil veces manoseadas
con los ojos en linea ... apuntando al infinito
juguetonas ideas perfilaban su cansancio...
Escribe...vive en versos ...
escribe....
¡Silencio! ..silencio ...que el poeta....
está soñando.


El poeta, cuento de: Margarita Parada Palma

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