miércoles, 24 de febrero de 2010

Peregrino del viento


Anochecieron sus ojos
una tarde de invierno
faltando unas horas
para desnudarse el día.
Anocheció su sonrisa
poblada de estrellas
Y de un solo respiro
mordió la sentencia
que sellaron su historia.
Fantasmales silencios
bailó en su sonrisa
cuando en el vagar por sus heridas
no guardó las respuestas.
Anochecieron sus manos, su piel
y sus uñas
cinceles del barro de lluvia y del viento.
Y se quedó tendido bajo el beso soleado
escuchando sereno apagarse su vida
de un millón de momentos sin lunas ni cantos
ni amores cantando ni un sueño de versos.
Y cruzando sus manos miró al infinito
desbordó la caricia salada a su cara
sellando los surcos de su oscuro horizonte
que humedeció sus pestañas como
hilos marchitos.
A lo lejos la tarde escuchaba campanas
agonizar los tañidos peregrinos en lamentos
los pájaros tristes bajaron sus alas
enmudeció el cielo en su cuerpo sufriente
entre el clamor de unos pasos
que caminan cansados
unos venian, otros llegaban.
Y nadie le arrojó una mirada
una compasiva palabra
Nadie dijo nada.




Margarita Parada Palma
(D/R)

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